
SANTIAGO DE CHILE (EUROLATINNEWS) - Acorralado entre las exigencias socio-económicas de millones de chilenos y la tentación de sacar nuevamente a los militares de sus cuarteles para amortiguar la creciente ola de violencia en las calles, el presidente Sebastian Piñera se vio obligado a negociar con la oposición urgentes acuerdos por la Paz, por una Agenda Social y por una nueva Constitución.
“Esta situación de violencia atenta contra la democracia. Los acuerdos que Chile necesita no pueden avanzar con la violencia”, advirtió Piñera, quien no ha podido controlar la calle después de un mes de diarias manifestaciones y marchas contra la corrupción política y por una igualdad social.
Piñera hizo una declaración considerada “floja e inconsistente” al respecto, según fuentes políticas fidedignas que aseguraron que los militares se negaron a salir nuevamente a las calles sin tener todo el poder de acción necesario.
Lo hizo en medio de los ecos de una violenta jornada de huelga nacional convocada por un centenar de organizaciones sociales que paralizaron el país.
Acudió a la oposición política en busca ide acuerdos al respecto, pero también acudió al ejército y a la policía militarizada (Carabineros) para que ayuden al gobierno a salir del túnel en el que está presionado por un potente grito ciudadano que no piensa bajar el tono ni abandonar las calles.
La desesperación del presidente derechista ha llegado a tal nivel que incluso pidió la opinión de cuatro expresidentes demócrata-cristianos y socialistas sobre los pasos adecuados para solucionar la más agrave crisis institucional y social que históricamente estremece a Chile.
Quería asegurarse de ser escuchado, como una desesperada opción por encontrar el camino que ilumine al gobierno en sus frustrados esfuerzos y responder de la forma más auspiciosa a las exigencias del pueblo, que como nunca antes se apoderó de las calles del país buscando respuestas rápidas y concretas a sus necesidades más urgentes, como el aumento de paupérrimas pensiones y del salario mínimo.
En el marco de su difícil posición, Piñera hizo un fuerte llamado a la unidad de los chilenos y convocó a todos los sectores políticos a trabajar con la mayor rapidez posible en tres acuerdos básicos:
1) por la paz y contra la violencia,
2) por justicia, que impulse una agenda social para “un Chile con más oportunidades” y,
3) por una nueva Constitución, con un plebiscito ratificatorio.
Y el debate quedó servido. Empezó a correr el cronómetro en los pasillos políticos, ante la mirada atónita del pueblo que busca soluciones urgentes.
Todos y cada uno de los acuerdos requiere tiempo, sobretodo teniendo en cuenta los “tiempos políticos”, que son lentos y muy complicados para llegar a los acuerdos adecuados a corto plazo como lo exige la calle.
“Por la paz y contra la violencia”, nadie imagina ni brinda detalles sobre la forma en que se pueda llegar a un acuerdo político para solucionar el problema de la violencia en las calles, donde grupos de vándalos surgen de las marchas pacíficas para crear el caos, con saqueos, destrucciones, incendios y ataques a dos regimientos militares, 19 comisarías de carabineros, otras tantas sedes de gobernaciones provinciales, fiscalías y establecimientos comerciales. En solo 24 horas, se registraron 189 hechos violentos graves, con 1020 detenciones, 300 por saqueos, según cifras oficiales.
La violencia llama a la violencia y, como muestra de ello, el ejército de Chile reaccionó airadamente en contra de los ataques a sus dependencias, advirtiendo en un comunicado que “frente a nuevos ataques a instalaciones militares en cualquier parte del país, estos serán respondidos adecuadamente en uso de la legítima defensa (...)”.
Este cambio de todo del ejército preocupa a los círculos políticos de oposición, que también criticaron el tono del máximo jefe del cuerpo de Carabineros, General Mario Rozas, al afirmar en un discurso institucional que no llamará “a la baja a ningún carabinero por procedimiento policial, aunque me obliguen” las autoridades políticas.
En la misma reunión, los carabineros convocados por el General Rozas confesaron haber tenido “miedo” de los vándalos durante este mes de grave crisis.
Ante la imposibilidad de controlar las calles con más de 6.000 efectivos policiales, el propio presidente Piñera pidió la reintegración de decenas de carabineros...retirados ya de la institución para reforzar a la policía civil y uniformada, porque según dijo el General Enrique Bassaletti, Jefe de la Zona Metropolitana, “tenemos un grave problema” para poner fin a la violencia.
Esa frustrada lucha contra la violencia está directamente ligada a los resultados del segundo acuerdo planteado por Piñera, pues sin paz no podrá haber avance en un acuerdo de “justicia que impulse una agenda social”, ni tampoco avanzar con rapidez hacia una “nueva Constitución”.
Sobretodo, teniendo en cuenta que el gobierno plantea un Congreso Constituyente, con participación de congresistas, para elaborar los cambios constitucionales y un posterior plebiscito ratificatorio, al tiempo que la oposición parlamentaria aboga por un plebiscito inicial de consulta popular sobre lo conveniente o no de una nueva Constitución y una Asamblea Constituyente, con participación de de congresistas y representantes del pueblo para la redacción de la misma.
Mientras se abre el debate político sobre estos temas básicos para buscar una solución a la crisis, pocos políticos enfocan los problemas económicos del país, que en estos días ha sufrido una importante disminución de la producción, con un dólar con alzas sin precedentes, vislumbrándose una baja del crecimiento económico, sin que los especialistas descarten una zambullida en la temible recesión.
Chile, si sale antes de fin de año de su más grave crisis social, corre el serio riesgo de caer en una crisis económica de magnitud histórica que llenará de lúgubres nubarrones los dos últimos años del segundo mandato presidencial del millonario empresario Sebastian Piñera.
EUROLATINNEWS
Copyright:
Estos artículos y su contenidos no puede ser utilizado sin el consentimiento de EUROLATINNEWS
|