Turismo:
ANTIGUA: MEZCLA COLONIAL Y RELIGIOSA SIN PARANGÓN
Por Cristina FERNÁNDEZ PÉREZ, enviada especial.
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CIUDAD DE GUATEMALA (EUROLATINNEWS) - Antigua, capital del antiguo reino de Guatemala hasta el siglo XVIII, es la ciudad más hermosa de las Américas, según sus miles de visitantes Sea cierto o no, lo que si es cierto es que cuando uno la visita por primera vez se da cuenta de que ha sido presa de una fascinación que ya no le abandonará y si le es posible volverá a visitarla.
Situada en el corazón del valle de Panchoy -a 1.530 m de altitud-, Antigua Guatemala fue fundada en 1543 bajo el nombre de Santiago de los Caballeros, con el propósito de que fuera la capital del reino de Guatemala, un inmenso territorio que abarcaba, también, México y Colombia.
Y así fue hasta 1773, año en que el último y más ruinoso de una larga lista de terremotos obligó a los habitantes de la ciudad a abandonarla para ir a fundar la actual capital, Ciudad de Guatemala, 50 kilómetros más al este.
Y es que el poder que Antigua retuvo durante 230 años (de 1543 a 1773) hizo de ella una de las más bellas joyas de la arquitectura colonial del mundo, Monumento Nacional desde 1944 y desde 1979 Patrimonio Cultural de la Humanidad. El siglo XVIII marca, pues, a la vez el apogeo y el fin del auge urbano de Antigua.
De esta época datan la mayor parte de las iglesias, conventos en ruinas y mansiones históricas, ahora transformadas en hoteles o villas, desde entonces es una tranquila y pequeña ciudad colonial, con sus casas de una sola planta que a menudo ocultan unos patios suntuosos y unos jardines de vegetación lozana, con las imponentes ruinas de sus muchísimas iglesias y conventos, y con ese plácido transcurrir de la vida cotidiana por las calles empedradas.
UNA FASCINANTE CIUDAD RELIGIOSA
Antigua es una de las ciudades religiosas más fascinantes del mundo. Cerca de la Catedral, la antigua Universidad de San Carlos ofrece la frescura de sus salas convertidas en museo, dispuestas en torno a un claustro del más puro estilo hispano-morisco, y la Iglesia de la Merced, con su fachada cargada, recuerda las impresionantes composiciones churriguerescas de las santuarios mexicanos.
La iglesia del convento de San Francisco es más sobria; en un recodo de su amplia nave, la tumba de Pedro de Betancourt, de origen canario, autor de numerosos milagros como lo atestiguan los centenares de exvotos que cubren los muros, monopoliza el interés de los visitantes. Por fin, la iglesia y el convento de las Capuchinas impresionan por su característico despojo.
Aunque no poseen la majestad de las construcciones religiosas, también las casas de Antigua merecen nuestra atención. Su encanto reside en la ausencia de primer piso, en sus fachadas de tono pastel y a sus paredes, a menudo encaladas, tras las que asoman arbustos en flor.
Se caracterizan por las macizas puertas cocheras y las altas ventanas con rejas de hierro o de madera torneada. En su interior, sus frescos patios se han convertido en jardines flanqueados de galerías y de pilares.
SEMANA SANTA EN ANTIGUA…UN ESPECTÁCULO ÚNICO
La Semana Santa en Antigua es un espectáculo que no hay que perderse. Durante estos días, los barrios de la ciudad se transforman en un gigantesco escenario teatral al aire libre. La suntuosidad y la importancia de las procesiones (cada parroquia tiene la suya) no tienen parangón en el mundo. Los recorridos están jalonados por frágiles alfombras de flores, meticulosamente compuestas y enseguida estropeadas por el paso de los aproximadamente cien penitentes necesarios para llevar al Cristo.
Éstos se relevan continuamente, en cada esquina, acompañados por miles de espectadores. Grandes, maravillosas y coloridas, las procesiones de Semana Santa convierten entonces esta milenaria ciudad en el centro de atención de los turistas.
JOYA DE LA ARQUITECTURA COLONIAL A MEDIDA HUMANA
La estructura urbana de Antigua, por su forma y sus dimensiones, es realmente la de una ciudad a medida humana, una ciudad que se puede recorrer de un extremo al otro paseando a pie bajo la suave caricia del clima del altiplano y acompañados por la perpétua amenaza de la mole perfecta y majestuosa del volcán Agua (3752 m) al sudeste de la ciudad, mientras que, más a lo lejos, al oeste, el penacho de humo que sale del volcán Fuego (3918 m) nos recuerda continuamente lo inquieta que es esta tierra y lo precario que es este edén incluso para aquellos que tienen la fortuna de poderlo disfrutar a fondo. Acatenango (3960 m) es el tercero y el más alto de los volcanes que rodean la ciudad.
A la vista de tan dramática ubicación natural, cabría preguntarse sobre las verdaderas razones que indujeron a los españoles a levantar la ciudad aquí. Nadie conoce la respuesta pero de lo que no cabe la menor duda es que se encuentra en el corazón de lo que muchos consideran el valle más espectacular de Guatemala.
Lamentablemente, un último, desastroso terremoto, golpeó a la ciudad en 1976, añadiendo montones de nuevas ruinas a las que ya se habían acumulado a lo largo de los anteriores siglos. En el ultimo año se están produciendo erupciones y fumarolas en el Volcán Fuego que no presagian nada bueno.
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