SANTIAGO ( Eurolatinneews - Noticiaspositivas/Press)- Chile, importante polo astronómico mundial, es también cuna de valiosas mujeres científicas que en los últimos 25 años han ingresado a las páginas históricas de exitosas investigaciones cósmicas.
Han descubierto planetas más grandes que la Tierra en los confines del universo y misteriosas nebulosas planetarias.
En 1997, María Teresa Ruiz, Premio Nacional de Ciencias Exactas y Premio 2017 de L’Oreal-UNESCO para Mujeres en la Ciencia, descubrió dos nebulosas planetarias en el círculo luminoso de nuestra galaxia, además de un cuerpo celeste conocido como Enana Café, que no es un planeta ni alcanzó a ser una estrella, en las cercanías del sistema solar.
En 2010, Pamela Arriagada publicó el descubrimiento de cinco planetas, tras arduas investigaciones y observaciones del espacio en el telescopio Magallanes, en el norte de Chile. Junto a ellas destacan también las investigaciones de Bárbara Rojas y Javiera Reyes, como co-autoras de descubrimientos. Y, más recientemente, entre 2015 y 2018, surgieron las exitosas investigaciones de la joven Maritza Soto, hoy de 31 años, que descubrió nada menos que tres planetas extrasolares, todos más grandes que la Tierra, uno de ellos con una masa tres veces superior a la de Júpiter, el más grande de los planetas conocidos hasta entonces, orbitando alrededor de una estrella roja gigante, dos veces más grande que el Sol. Está a 293 años luz de distancia de la tierra.
Por ello, en 2018 la revista británica especializada Monthly Notice of the Royal Astronomical Society, la destacó como “Líder de descubrimientos de planetas”.
Maritza hizo el descubrimiento junto a su profesor, el académico de la Universidad de Chile James Jenkins, y el investigador del centro de astro-ingeniería de la Universidad Católica Matías Jonás, cuando estudiaba 5 estrellas rojas gigantescas, 20 veces más grandes que el Sol. Lo hizo observando los confines infinitos del espacio desde los potentes telescopios del Observatorio de La Silla, norte de Chile, y trabajando en los confines computarizados de las matemáticas y de la física.
Chile tiene los mejores cielos para la observación cósmica, concentrando más del 50% de la capacidad astronómica del planeta -que subirá al 70% en el 2025 con la construcción de otros tres observatorios gigantes-, especialmente en el norte del país, gracias a la combinación de los cerros con la alta presión del Océano Pacífico.
“En el Desierto de Atacama hay 800 kms de una transparencia atmosférica extraordinaria, con más de 300 noches despejadas al año y un cielo de gran estabilidad” que facilita una nítida observación, según el astrónomo José Maza Sancho, Premio Nacional de Ciencias Exactas de Chile, autor del libro “Somos polvo de estrellas”
La joven Maritza Soto tenía solo 25 años cuando descubrió su primer planeta en 2015, que según ella misma fue “un descubrimiento casual”, que no le impresionó particularmente, ni tampoco el descubrimiento de los dos últimos planetas, que los estaban buscando junto a un grupo de investigadores.
“No es una cosa excepcional para los que estamos trabajando en él área de la detección de planetas. Es lo que buscas. Nunca lo vi como una gran cosa. Lo vi como un logro personal y mi felicidad fue ver publicado el descubrimiento en la revista científica de la Real Sociedad Astrónomica de Londres”, confesó la joven astrónoma tras su importante descubrimiento y lo ha repetido en decenas de entrevistas y declaraciones formuladas sobre su trabajo y sus estudios. Incluso, dijo estar sorprendida cuando periodistas chilenos y extranjeros se interesaron en sus descubrimientos y observaciones cósmicas.
El objetivo principal de sus investigaciones era detectar planetas orbitando a estrellas fuera del Sistema Solar, y estudiar las estrellas para tener datos sobre sus masas, tamaños, edad y temperatura.
“Es muy importante entender bien a las estrellas, porque si no sabemos como es la estrella, que masa y edad tiene, no sabremos nada del planeta”, lo afirma categóricamente.
“No es solo un trabajo de observación. Hay mucho trabajo de cálculos matemáticos y de física en computadoras”, aclaró esta joven astrónoma que al cursar en Londres un post-doctorado, tras sus descubrimientos en Chile, centraliza hoy sus nuevas investigaciones en la detección de planetas de muy baja masa y en la atmósfera de esos planetas, siguiendo la pista de las estrellas que “tienen como el 10% del tamaño del Sol”, enfocándose en estrellas más cercanas a la Tierra.
María Teresa Ruiz -Autora del libro “Hijos de las estrellas”- descubrió una Enana Café, cuando también estudiaba las estrellas y los planetas. Estudios científicas calculan en unas 50 mil millones las Enanas Café (o marrones) de nuestra galaxia, de las cuales sólo un par de miles han sido detectadas y catalogadas en centros científicos de estudios espaciales.
El espacio, cuya deformación se propaga por el universo a la velocidad de la Luz, y más aún nuestra galaxia, que -según María Teresa Ruiz- es solo una entre más de cien mil millones de galaxias, subyuga a los astrónomos por los grandes misterios que hay en sus confines, en medio de más de tres mil planetas descubiertos y cien mil millones de estrellas que existen en la Vía Láctea.
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